miércoles, 12 de junio de 2013

El Período Radical: gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928)


     Si Hipólito Irigoyen representaba el populismo de la UCR, don Marcelo T. de Alvear (don Torcuato) era el más genuino ejemplo de la participación de ciertos aristócratas en la nueva fuerza política, desde sus mismos inicios. El joven Marcelo, aún estudiante de abogacía y con 21 años, fue activo colaborador de Leandro N. Alem en los sucesos de la Revolución del Parque y la fundación de la Unión Cívica, en 1890. La foto superior es de 1893, cuando estuvo unas semanas detenido -a pesar de su encumbrada posición social- por su rol protagónico en una nueva revolución de la Unión Cívica Radical. Se enamoró de una cantante de ópera portuguesa, la siguió por media Europa hasta lograr su noviazgo, y vivieron varios años en París, con lo producido por sus estancias como fuente de ingresos. Entre 1917 y 1922 fue embajador argentino en Francia, cargo que dejó por haber sido electo presidente. Así se dejaba retratar durante su presidencia, durante unas vacaciones en Mar del Plata -que por aquella época era un balneario de clase alta, comparable a Pinamar o Cariló ahora-.


     Estos datos e imágenes pintorescos pueden darnos una idea no sólo de su personalidad o datos personales, sino también de las concepciones políticas que tenía. Le gustaba la ostentación y la aparición pública, no escatimaba en gastos que solía cubrir de su propio bolsillo. En tal sentido es famosa la anécdota de la visita del príncipe de Italia (en esa época aún no era una república al estilo actual), cuando loteó una de sus estancias (dando origen a las localidades de Don Torcuato y Pacheco) para pagar la fortuna que habían costado todas las atenciones oficiales.

     Por aquellos años la economía conoció uno de los períodos de mayor prosperidad, no sólo a nivel nacional (se llegó a figurar en 6º lugar mundial en cuanto a PBI por habitante, más allá de lo poco explicativo de este índice) sino también mundial. Era la Belle Époque, con la economía internacional ya repuesta tras la crisis de la I Guerra Mundial, y todavía sin avizorarse el abismo que estaba a punto de ocurrir (la Crisis de la Bolsa, en 1929). Aumentaron las producciones y exportaciones ganadera y cerealera. A los frigoríficos ingleses les apareció la competencia de otros de capital estadounidense, aunque seguían siendo los británicos los dueños de los ferrocarriles. Se inició la producción industrial de automóviles, con la puesta en marcha de las fábricas Ford y General Motors - y en poco tiempo se multiplicó la cantidad de automóviles en todo el país-; empezó a operar la destilería de YPF en Río Santiago (Ensenada), que sigue funcionando ahora y en su momento fue de las mayores del mundo -a continuación, una vista aérea de la misma en estos días-. En 1927 fue inaugurada la fábrica militar de aviones, en la ciudad de Córdoba. En cuanto a la conflictividad social, se trató de un período relativamente calmo, debido en gran medida al auge económico (que permitía altos niveles de empleo y mejores condiciones salariales y laborales) y a la aprobación de algunas leyes que favorecían a los trabajadores. En suma, todo un cuadro que, tampoco en nuestro país, hacía presagiar el desastre que se estaba gestando.


      Fue por estos años cuando se terminaron de masificar ciertas expresiones culturales, como el futbol y (en la ciudad de Buenos Aires) el tango. Carlos Gardel se había hecho famoso a nivel mundial por su aparición en películas de Hollywood, y la difusión por el nuevo medio de comunicación, la radio, lo hizo referente de centenares de miles de personas, especialmente en la Capital Federal y sus alrededores.


     Por su parte, nuevas regiones del país hasta entonces poco pobladas empezaron a recibir cada vez a mayor número de inmigrantes europeos, como el Chaco, Misiones, La Pampa y ciertas comarcas patagónicas. En el caso de Chaco y Misiones, contrastaban las colonias de alemanes, polacos, ucranianos y otros europeos del Centro-Este (rusos, serbios, croatas, etc.) con las condiciones de explotación de la población criolla e indígena en La Forestal o en los yerbatales. Así se veía el puerto de Montecarlo (Misiones) por entonces:


     Y así, San Carlos de Bariloche (Río Negro), en 1907. Si bien, por lo tanto, aún faltaban dos décadas para el gobierno de Alvear, se nota que era por entonces una aldea en proceso de ampliación a medida que iban arribando nuevos pobladores originarios, la mayoría, de regiones alpinas.

                             

No hay comentarios:

Publicar un comentario